jueves, 24 de marzo de 2011

Primera sesión de quimio

El lunes 7, llegué a la U.T.A sobre las 8’30h. acompañada de mis escoltas (papá y mamá, en esta ocasión). Hombre!!!!!, no son Kevin Costner, pero yo tampoco soy Whitney Houston. Es una sala con 8 sillones, con televisión y un ambiente agradable, diría incluso alegre. Hay tres enfermeras simpáticas, amables y eficientes, que se encargan de ponernos la vía, suministrar los “chutes”, resolver dudas, ofrecernos comida y todo lo que queramos. Además las puertas están abiertas a los familiares.
Pues sin más rodeos que nos pusimos manos a la obra. Brazo al descubierto y vía al canto. Yo me pongo 3 tipos de medicamento (algo así como taxotere, ciclofosfamida y lodamicina). Antes de administrarlos  y entre uno y otro, te preparan con sueros y otros medicamentos, es decir, unas tres o tres horas y media en total. Pero pasaron bastante rápido. Que si un bocadillo de tortilla de patatas para matar el gusanillo del hambre (que me trajo mi madre a petición propia), que si lectura, que si visitas, que si charla, que si tele ……..
Y llegaron los “efectos especiales” como si de una película de Hollywood se tratara. Los dos primeros días tenía la cara con un color espectacular, un rojo tirando a morenito, como el tono tostadito del pleno mes de junio. Entre tanto, el electrocardiograma revela que mi corazón está genial.  El miércoles parecía que había participado en el maratón de Nueva York, estaba cansadísima. Para el fin de semana, bastante bien, me fui al cine, aunque la diarrea, las llagas en la boca y un leve dolor de garganta ya se habían presentado. Para el lunes 14, vuelta a las rutinas, de nuevo al volante y a llevar a los niños al cole. Pero por la tarde empezaron unas decimillas de fiebre. Era como una gripe, dolor de cabeza, garganta, en fin, todo el cuerpo, pero con un paracetamol, más o menos como nueva. El  miércoles ya no tuve fiebre y fueron desapareciendo todos los demás síntomas. No hay mal que por bien no venga y he dejado la coca-cola, tiene un sabor de lo más extraño, jajajaja!!!!!
Hablo con mucha gente y todos me dan consejos o me cuentan sus experiencias. Bien, escucho todos y cada uno de los comentarios, consejos, opiniones,…. que me dan. Aunque no los siga al pie de la letra, los agradezco, los almaceno, los estudio, reflexiono y los contrapongo a mis sentimientos y opiniones. Entonces actúo, siendo dueña de mis actos y asumiendo todas las consecuencias. De este modo soy yo la única responsable de mis errores o mis aciertos.
Uno de los temas protagonista, es el pelo. A ver, hay efectos secundarios peores como la bajada de defensas, los vómitos o el cansancio, pero el pelo, se lleva el óscar, aunque no sea lo más importante. Sé que a la mayoría de enfermos de cáncer, les obsesiona y también es una de las preocupaciones o preguntas que se hace la gente que te rodea. Ya os digo, el consejo más escuchado y repetido ha sido: Ya te estás rapando hoy mismo, es mejor que lo hagas antes de ver como se te cae. También observo la mirada de la gente, sin poder remediarlo, casi todo el mundo la dirige al pelo (no me extraña, tanta cantidad y tan largo!!!!!!). Claro que es un cambio de “look” que quizás uno no tenga en mente y bastante radical, pero más vale calvo saludable que melenudo moribundo. Todo esto lo digo porque con toda la información recibida, he decidido que me lo raparé cuando me apetezca, porque se haya caído mucho o porqué sí. Estoy preparada para ir viendo los mechones que se caen, de hecho, ya voy recogiendo pelos por todas partes y cuando me peino ni te cuento!!!!.
Ayer fui a la pelu y me corté la melena por encima del hombro y estoy la mar de guapa (modestia aparte). Salí de la peluquería muy satisfecha y se lo dije a la peluquera: mira, aunque me dure dos días el corte, ha valido la pena, me gusta mucho. Es mi manera de hacerlo, no sé si buena o mala, pero es lo que me apetece. Tampoco he decidido si llevaré peluca, gorro, pañuelo o nada, no descarto ninguna opción, aunque de momento me inclino más por el gorro y los pañuelos.  
Uno de los efectos secundarios que peor llevo es QUE NO ME DEJEN HACER NADA. Mi madre, con toda su mejor intención me va diciendo no hagas esto, que ya lo hago yo, no hagas aquello, descansa, vete a ver a tus amigas…... Y el fin de semana pasado me puse de un humor de perros. Ya le he dado un “kit kat” al estrés, pero eso de no hacer nada, no va conmigo. Cuando no me encuentro bien, me tumbo a la bartola, pero si me apetece fregar unos platos o doblar ropa o recoger cuatro cosas, puedo hacerlo, me siento satisfecha si lo hago, que no estoy inválida ni medio muerta. Además, mi madre también tiene que cuidarse que, aparte de mi padre y nosotros cinco, ya tiene lo suyo y no es poco. Pues eso, MAMÁ, que te quiero mucho y te agradezco todo, pero que modero mis fuerzas y me cuido. UN SUPER BESITO para esta mujer sin remedio.
El martes 22 me fui  de viaje a Palma con mi hermana. No era un viaje de placer, pero aprovechamos la ocasión. Aquí, en Ibiza, no disponemos de la maquinaria necesaria para realizar la gammagrafía ósea, así que a volar se ha dicho. Tenía la cita bien tempranito, a las 8’30 h, así que cogimos el primer vuelo, a las 7’30h y programamos la vuelta para las 7 de la tarde, para poder ir de compras. No me habían explicado mucho sobre la prueba, solo que duraba unas 3 horas. Pero por casualidades de la vida, la chica que me atendió en la agencia de viajes la conocía porque a su madre se la habían hecho unos meses antes, y me detalló el procedimiento (que maja!!!!!).
Pues nada, que a las 8’35 h. llegamos al hospital SON DURETA de Mallorca, qué tétrico, está que se cae a cachos!!!!!!! (si alguien quiere rodar una película de terror tiene el escenario perfecto). Menos mal que ya hay un nuevo centro, SON ESPASES, al que se han trasladado un montón de servicios, pero la medicina nuclear aún sigue en “la casa del terror”.
Me llamaron enseguida para inyectarme un líquido amarillo fosforito, que resulta ser una sustancia o fármaco radiocactivo, con la indicación de que volviera a las 12’20h y que mientras tanto podía comer, pasear, …. lo que quisiera. Sólo una advertencia: no puedes estar con mujeres embarazadas y con niños. Pues qué bien, le dije yo, porque tengo tres niños, ¿cuánto tiempo dura esto? Me explicó que no los cogiera en brazos ni besara ni me sentara en el mismo sofá con ellos y que si utilizábamos el mismo baño, que tirara dos veces de la cadena hasta el día siguiente.
Lo primero que le dije a mi hermana cuando salí fue, ¿no estarás embarazada? porque soy “la bomba atómica” en persona por un día. Bromeamos sobre el tema y nos fuimos a desayunar y a quemar la visa hasta las 12’20, que tenía que regresar. Además del aspecto tétrico del hospital, la otra cosa que me llamó la atención fue la sequedad y la falta de dialogo del personal. Rosa Marí, me llamó la enfermera. Pasa y haz pis. Ahora quítate el reloj y las joyas que lleves, túmbate aquí y no te muevas. Me tumbé en una camilla súper estrechita y no dije ni mu. Dos o tres personas iban entrando y saliendo de la habitación, hablaban de sus cosas y yo, sin moverme ni un milímetro, pensaba, ¿cuándo empezará esto? Las piernas empezaban a temblequear de estar en la misma posición, pero pensé, yo no me muevo ni loca. En ese mismo instante ya vi que el brazo de la máquina se estaba acercando a mi tórax. Total, que aquello estaba en marcha y yo ni me había enterado. Creo que podían haberme avisado de que empezaba la prueba. Un cuadrado negro fue rastreando todo mi cuerpo, muy lentamente, hasta que se paró justo encima de mi cara, a pocos centímetros y, de repente, se elevó hacia arriba. Empezó a respirarse un poquito de humanidad. Un señor, que no sé si es radiólogo o que especialidad tiene, me preguntó amablemente si estaba bien o si me dolía algo y que la prueba había ido bien. No sé si se refería a que la máquina había funcionado bien o a que los resultados son buenos y no se observa metástasis en los huesos. En fin, el caso es que yo estaba contenta por haber acabado y porqué como por arte de magia también apareció la amabilidad entre las enfermeras. Antes de despedirme volví a preguntar sobre las precauciones que debía tomar con los niños  y esta vez, el trato y las explicaciones fueron de lo más amable y cordial.
El resto del viaje fue muy bien. Alternamos compras con descansos y comidas y sobretodo nos reímos mucho. Comentábamos el tipo de pelo que me saldrá después de acabar el tratamiento, pues dicen que puede ser diferente al que tenías y bromeábamos imaginando un pelo rizado tipo 11811. Mi hermana se ocupó de recordarme que me alejara cuando algún niño pequeño estaba cerca de mí (¡¡¡uy uy uy que el instinto maternal esta asomando la nariz!!!)
Llegamos al coche y un papelito nos esperaba en el limpiaparabrisas, era una nota de bienvenida de Ada, una amiga de mi hermana. Que detallazo, gracias guapa.
Lo peor fue llegar a casa y no poder achuchar a los niños. Menos mal que con un pequeño regalito distrajimos un poco las ganas.  Ya podéis imaginaros lo primero que hicimos a la mañana siguiente cuando nos despertamos: doble tanda de abrazos y besitos.
En fin, que ya han pasado 18 días desde la primera sesión de quimio y no puedo quejarme de los efectos secundarios, han sido muy, que muy llevaderos. Mañana ya me toca analítica y oncólogo y si todo está bien, el lunes toca el segundo “chute” ( A por ello, oé,  a por ello, oé!!!!!


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