Se acabaron las vacaciones. Dos días antes de finalizar el mes prometido, me avisaron de radioterapia para iniciar las sesiones el día 18 de este mes. Pues muy bien, ¡cuanto antes empecemos, antes acabaremos! La verdad es que me da una pereza tremenda. Siempre me ha gustado viajar y ahora que tengo la excusa perfecta, no me apetece en absoluto, echo de menos oír 10 veces cada minuto ¡mami, mami, mami!
La radioterapia en sí no supone mucho problema, pero tener que desplazarse cada semana a Palma, de lunes a viernes, para diez minutos al día, es un tostón. Claro que tiene su lado bueno, unos días a solas con mi marido, como dice David, nos vamos de luna de miel. Podemos hablar sin interrupciones, o comer sin levantarnos 40 veces de la mesa o soltar el tenedor cada dos segundos para cortar la comida, poner kétchup, mayonesa, agua, pan, servilletas o repetir una y otra vez, siéntate bien, come, que apago la tele………, resumiendo, que la comida está calentita, no le damos tiempo a enfriarse.
Pero, además, como está el panorama (la seguridad social debía tanto a las agencias de viaje, que éstas ya no emiten un billete que no se pague antes), pues nos toca a nosotros pagarnos los billetes. Como diría Mayra Gómez Kemp: a 200 euritos cada semana, por 7 semanas que suponen 33 sesiones, hacen un total de 1400 euritos. Esto sería así con mucha suerte, porque la máquina suele estropearse cada dos por tres. De hecho, un cartel en el vestuario del hospital nos avisó amablemente que el lunes 25 no habría sesión, para revisar el acelerador, que así se llama la máquina. Pero el pobre artefacto, se estropeo el viernes 22 y el lunes por la tarde me llamaron para decirme que el martes 26 seguiría parado. En fin, que de 7 días hábiles de tratamiento, he recibido 4. Por tanto, parece ser que las 7 semanas en que se dividen las 33 sesiones que me tocan, pueden acabar en 8 o 9. No es que me venga de una semana más o menos, pero señores, las matemáticas no fallan, 200 o 400 euros más. Si, si, ya sé que parezco de la pandilla de los Supertacañonas, pero es que a esto, hay que sumarle la manutención, transporte y alojamiento durante esos días y esperar sentado y tumbado y dormido y Dios sabe que más, a que la Seguridad Social te lo pague. Parece una exageración, pero mi padre aún espera que le abonen 24 euros de transporte y 14 de dietas, de un viaje que hizo en octubre. Siguiendo con las mates, lo que a mí no me cuadra, es la economía balear. Pero debe ser que yo, en economía, no estoy muy puesta. Resulta que me corresponden 14 euros al día para desayunar, comer y cenar. Tendré que comprarme la guía Michelin, para saber a dónde ir, porque si media tostada con tomate y un café con leche me cuesta de 2 a 2’50 euros y un menú normalito unos 9 o 10 euros, o no ceno o repito las tostadas para cenar. Después está lo del transporte, 24 euritos. Mira que soy burra, ahora empiezo a entenderlo. Quizás sean para comprarme unas super deportivas que corran solas, (ahora que hay rebajas) y no para darme el lujo de coger un taxi del aeropuerto al hospital, para no llegar tarde, que me cuesta unos 20 euros.
Total, que uno va aprendiendo a golpe de ir soltando pasta y decidimos coger el autobús (dos para ser exactos) para este trayecto. Así que, el miércoles a las 7’00 ya estamos en el aeropuerto listos para embarcar, pero hay retraso. Llegamos a Palma a las 8’55 h. y lloviendo a cántaros. Pues va a ser que eso de ir en autobús y tardar 45 minutos es inviable (esta vez) así que, nos damos de nuevo el lujo de ir en taxi y llegar justito a las 9’15, hora en que me toca la sesión. Quiero decir, que me tocaba la sesión, porque el acelerador se volvió a estropear. Así, como suena. El técnico (que viene de Madrid) se marchó el martes por la tarde y la pobre “radio station” no duró ni 12 horas. Si, me llamaron del hospital para avisarme, pero mientras estaba en el avión, con el móvil apagado.
¡Por fin!, jueves 28, un gran día, he recibido mi 5ª sesión. Es toy es cri bie n do un po co de s pa cio por que te n go los de d os cru za dos, pa ra que ma ñ a na fun cio ne “la tostadora”.
¿Y el alojamiento, qué? Pues menos mal que he tenido la suerte de poder hospedarme gratuitamente en uno de los pisos que tiene la AECC para pacientes de Ibiza y Menorca. Ya te digo, si con las dietas y el transporte no me aclaro, no tengo ni idea de cómo iba a pagar un hotel o pensión con 36 euros y menos comer, porque en este caso, aunque el hotel incluye desayuno, las dietas se convierten en 7 euros para comer y cenar.
Bueno, al fin y al cabo, este problema financiero, se soluciona pidiendo un crédito ICO, sólo que en este caso no lo da el Banco de España, sino tu propio bolsillo o el de tus familiares.
Hay otras cosas que no tienen una solución tan clara. Ni aunque me toque el euromillón, puedo pagar la deuda. Una persona debe acompañarme en estos viajes. Mi marido está encantado de venir conmigo, pero las vacaciones anuales duran 1 mes (y gracias que la empresa se las deja coger en pleno verano). Claro que tengo más familiares que me ofrecen su ayuda, pero también a costa de gastar sus vacaciones, su tiempo y su todo, ya sea para venir conmigo o para cuidar de mis hijos. Tampoco un juguete puede pagar el disgusto de Jordi un día antes de marcharme, diciendo entre hipo e hipo, mami, no quiero que vayas a Palma o, la hora de lloros de Paula cuando regresamos el viernes, ni lo que rondará por la cabecita de David.
Quiero pensar que debe ser muy, muy, muy, muy, muy complicado instalar la maquinaria de radioterapia necesaria en Ibiza y Menorca, para que los enfermos menorquines, formenterenses e ibicencos debamos enfrentarnos a tanto contratiempo, como si no tuviéramos bastante. Por ahora ya me he quejado bastante, aunque sigo preguntándome que deben cobrar en dietas los políticos o, si también se pagan los billetes de su bolsillo. Corramos un tupido velo ………….
Por lo menos, la radio es mucho más suave que la quimio. Tenía un poco de lío porque mi oncólogo me dijo que no debía ponerme ningún tipo de crema. Por otro lado, la gente que se ha tratado te recomienda mucha hidratación. El oncólogo de Palma, me comentó que me iría vigilando y si lo creía conveniente me recetaría algo. Finalmente, el primer día de radio, dos enfermeras, me recordaron los detalles del tratamiento y solucionaron el problema de la crema. Dos horas antes de la radiación no puedes ponerte nada. Después, tanta crema como quieras. Pues así lo hago. Por ahora, con 5 sesiones y 6 días de descanso, la piel sigue como siempre. Durante la sesión no noto nada de nada. Me tumbo en una mesa y lo único que tengo que hacer es quedarme quieta, cual lagartija tomando el sol. Siempre en la misma posición, que se consigue con la plantilla sobre la que te tumbas, en la que ya están tus medidas calculadas (90-60-90, jajajajajaja!!!!!!). Para ser más exacta, la cabeza descansa sobre un cuadradito y tengo que ladear la cabeza hacia la derecha. El brazo izquierdo levantado y detrás de la cabeza agarrando un palo y apoyando el codo sobre una lámina lateral. Las piernas reposan semidobladas sobre una colchoneta, facilitando la postura. Vamos, que si me dan dos castañuelas y me ponen sevillanas, me arranco por la primera. Una vez “acomodada” y alineada con los “tatus” que me hicieron, empieza el chachachá. A través de un mando mueven la mesa que si diez centímetros pa la derecha, que si uno pa la izquierda, que si medio palante Maria, un, dos, tres……Salen del búnquer, se oye cómo se cierra la puerta de unos 30 cm de grosor y pi, pi, pi, pi a tostarse. Vuelven a entrar, vuelve el meneíto, colocan una placa de cristal con agujeritos (imagino que esto sirve para las sesiones de los ganglios supra axilares), me ponen en el punto de mira, salen y rayo que te crió. Y así, hasta llegar a unos 11 “disparos” que son los pitidos que he contado, espaciados entre meneítos y placas.
Hace dos semanas que he empezado una nueva relación. El tipo en cuestión se llama Tamoxifeno. Hemos quedado en vernos una vez al día, durante 5 años. Este nuevo amigo se encarga de mantener a raya mis hormonas de estrógenos para que no den de comer a las células cancerígenas y así, reducir los riesgos de reaparición del cáncer. De momento me quedo con esto, no quiero comerme la cabeza con los efectos secundarios. Bueno, hay uno que es bueno, ayuda con la osteoporosis.
Se acerca el fin de “la duquesa de Calva”, una pelusilla blanca va cubriendo mi cabeza. Qué gracia, una mujer me ha parado esta mañana para felicitarme, por ser capaz de ir por la calle con el look “duquesa de calva”. Ella lleva peluca desde los 14 años y se siente incapaz de quitársela en público. Para mí, lo que demuestra valor y coraje, es lo que ha hecho ella, acercarse a una persona totalmente desconocida y alabarla. Eso sí que tiene mérito. Creo que nunca me olvidaré de ella.